Desafío a la vejez
 

Cuando yo llegue a vieja, -si es que llego-, y me mire al espejo, y me cuente las arrugas como una delicada orografía de distendida piel; cuando pueda contar las marcas que han dejado las lágrimas y las preocupaciones, y ya mi cuerpo responda despacio a mis deseos; cuando vea mi vida envuelta en venas azules, en profundas ojeras, y suelte blanca mi cabellera para dormirme temprano, -como corresponde-; cuando vengan mis nietos a sentarse sobre mis rodillas enmohecidas por el paso de muchos inviernos... sé que todavía mi corazón estará -rebelde- tictaqueando, y las dudas y los anchos horizontes también saludarán mis mañanas.

Gioconda Belli



 

 
 

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